Problemas más frecuentes (14-18 años)

Obesidad

En el desarrollo de la obesidad intervienen tanto la predisposición genética, como la presencia de unos hábitos alimentarios inadecuados y la escasa actividad física.

La alimentación desequilibrada (exceso de grasas, dulces, bollería, etc; y escasa en fruta, verdura, hortalizas y legumbres), asociada a una casi nula actividad física, que realizan la mayoría de adolescentes, hace que exista un desequilibrio entre la energía ingerida y el gasto energético. Este exceso de calorías que no se consume se acumula en forma de grasa, y si el proceso continua en el tiempo aparece el sobrepeso y la obesidad.

Tener sobrepeso u obesidad conlleva a riesgos de enfermedades crónicas que se inician en la infancia, pero que pueden manisfestarse en la adolescencia y en la edad adulta.

Actualmente se observa la aparición precoz de factores de riesgo cardiovascular como hiperlipemia, diabetes, hipertensión, etc…, que podrían desarrollar patologías graves en la adultez.

Trastornos de la conducta alimentaria

Aunque las causas de los trastornos alimentarios no son bien conocidas, parece que los cambios puberales en la silueta corporal y en el peso, predisponen a las mujeres jóvenes a desarrollar actitudes alimentarias no saludables. Los más conocidos son la bulimia y anorexia nerviosa, pero existen otros como el trastorno por atracones, la vigorexia, la ortorexia, la pica, etc.

Dietas milagro

Como consecuencia de la actual obsesión por perder peso y conseguir el “peso ideal”, cada año, sobre todo antes del verano (“operación bikini”), se anuncian nuevas “dietas mágicas”, muchas veces utilizadas por famosos, que aseguran la solución al problema del sobrepeso de manera rápida y sin esfuerzo. En general estas dietas no tienen ningún fundamento científico y la mayoría son un fraude económico. Hay gran variedad de ellas, pero lo que tienen en común es que, a la larga, son peligrosas para la salud (aporte incorrecto de nutrientes), no corrigen lo malos hábitos sino que los acentúan, y producen desánimo y frustración, pues el peso se recupera rápidamente poco tiempo después. Por otro lado, la realización repetida de estas dietas y esta manera equivocada de alimentarse puede predisponer a las personas a desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria.

Menor actividad física

A diferencia de la infancia, en la adolescencia nos encontramos con problemas a la hora de fomentar la actividad física. Mientras en la infancia el interés se centra en los juegos y actividades físicas que giran en su entorno, en la adolescencia se pierde el interés por los juegos y el tiempo de ocio lo ocupan en otras actividades (salir con los amigos y amigas, charlar, etc.). También, se quejan de falta de tiempo porque aumentan las tareas escolares. Se debe motivar y enseñar durante la adolescencia que, la actividad física es una buena alternativa de ocio, una manera de sentirse bien y de hacer amistades. En cuanto al uso del tiempo, lo fundamental consiste en organizar adecuadamente los horarios. Para ello, las familias y educadores deben fomentar que durante este periodo se dedique mayor tiempo a la actividad física, sobre todo en el caso de las mujeres, dado que se ha observado una menor práctica de actividad física en las adolescentes.

1- La alimentación durante la adolescencia debe favorecer un adecuado crecimiento y desarrollo y promover hábitos de vida saludables, para prevenir los trastornos nutricionales.
2- El importante aumento de los tejidos libres de grasa (músculo y hueso), que casi se duplican durante el brote de crecimiento puberal, hace que aumenten mucho las necesidades de energía, proteínas y algunas vitaminas y minerales, más que cualquier otra época de la vida.
3- Hay que tener en cuenta no sólo la edad cronológica, sino el sexo, la talla y la velocidad de crecimiento: Los chicos ganan peso con mayor rapidez y lo hacen a expensas, sobre todo, del aumento de la masa muscular y del esqueleto, mientras que las chicas tienen tendencia a acumular grasa. Además, el comienzo del estirón puberal y el momento en que se alcanza el pico de la máxima velocidad de crecimiento puede variar mucho, siendo importante para evitar excesos de calorías en los casos de adolescentes que inician su desarrollo más tardíamente.
4- Además de las elevadas necesidades energéticas y proteicas, son altos los requerimientos en algunos minerales como hierro y calcio. El zinc es indispensable para el crecimiento y la maduración sexual. Las dietas pobres en proteínas de origen animal difícilmente cubren las necesidades diarias, estimadas en 15 mg diarios. Los adolescentes que hacen dietas vegetarianas están expuestos a carencias en este oligoelemento, por lo que es aconsejable incorporar a la dieta alimentos ricos en zinc: cacahuetes, granos enteros de cereales y quesos.
5- Los requerimientos vitamínicos son también elevados, sobre todo en algunas vitaminas del complejo B. La mejor forma de evitar déficit es llevar una dieta variada y equilibrada, ingiriendo alimentos de todos los grupos en cantidades adecuadas; de esta forma no hace falta administrar preparados vitamínicos sintéticos.
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