Problemas más frecuentes (4-8 años)

Abuelos, abuelas o cuidadores habituales

La falta de tiempo para cocinar, la incorporación de la mujer al mercado laboral y el poco tiempo que los progenitores pasan con sus hijos e hijas son factores que influyen de manera directa en la alimentación de la infancia.

En muchas ocasiones abuelos y otros cuidadores son los encargados de la alimentación de los menores. Sin embargo, estas personas mayores acostumbradas a épocas de carencia donde se valoraban los alimentos muy calóricos y energéticos, suelen ofertar mayores cantidades de alimentos de los que el niño o niña requiere. No suelen seguir las pautas alimentarias marcadas por padres y madres, y no suelen ser tan estrictos en la adquisición de normas y reglas alimentarias.

Fobia a la verdura

En ocasiones hay muchos menores que evitan la ingesta de verduras y hortalizas a estas edades. Como se conoce, estos alimentos son muy importantes como fuentes de fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes. Las preferencias que van a tener sobre los diferentes alimentos, sobre todo de las verduras, estarán influenciadas en parte por la ingesta de los alimentos de la madre durante el embarazo, así como de la lactancia natural, también se verá influenciada por el ambiente en el que se realiza la comida, la introducción de nuevos alimentos de forma no obligada, la estimulación por parte de la familia y el establecimiento de reglas en torno a la conducta alimentaria. Para favorecer el consumo de verduras, se debe introducir inicialmente pequeñas cantidades que se irán aumentando progresivamente.

Neofobia

Este término define la aversión o rechazo a probar alimentos nuevos.

A menudo, padres y madres se rinden con facilidad cuando tras el intento de nuevas incorporaciones, el niño o la niña no se habitúa a su consumo.

En ocasiones en esta etapa reaccionan negativamente ante un alimento ya previamente consumido (como ocurre en los niños y niñas “mal comedores”) y en otras ocasiones alternan esta conducta con la neofobia.

 

¿Qué se puede hacer en estos casos?

La familia tienen un papel muy importante a la hora de mejorar estas conductas.

  • Se debe presentar las verduras o los nuevos alimentos reiteradamente, dar ejemplo consumiéndolos y relacionándolos con momentos agradables en la mesa y con la familia.
  • Una tranquila conversación con abuelos o cuidadores habituales puede mejorar la oferta alimentaria de los niños y niñas. Explicarles los beneficios de una alimentación saludable, si es preciso con ayuda de los profesionales, será suficiente para entenderlo.
  • En relación al rechazo de nuevos alimentos, se conoce que cuanto más veces se presenten nuevos alimentos, existe más probabilidades de que los pruebe y se acostumbre a ellos. En ocasiones pueden necesitar probar 10-15 veces un alimento nuevo antes de comenzar a apreciarlo. Las primeras veces debe hacerse al principio de una comida, momento en que se tiene más apetito. También se recomienda ir cocinándolo de distintas formas y con diferentes presentaciones hasta que se habitúe a este nuevo sabor. No se debe forzar a ingerir grandes cantidades de estos alimentos, pero sí alabarles cuando prueben pequeñas cantidades. Otra opción es presentar la comida de forma más atractiva, como por ejemplo realizando imágenes, caras o cortando las verduras de formas diferentes, utilizando más colores y formas. Se recomienda igualmente que el niño o niña colabore en la preparación de los alimentos, siempre que sea posible, o bien cultivar las verduras en el jardín o en macetas, lo que favorecerá su deseo de probar nuevas verduras.
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