Tratamiento de la obesidad durante la infancia y la adolescencia

El objetivo principal es evitar que el niño o niña se conviertan en adultos obesos, y que adquiera unos hábitos de vida y alimentarios correctos.

En el tratamiento de la obesidad infantil, la clave está en la educación, enseñando a esta población a comer de la manera más saludable y animarle a que haga ejercicio físico.

Dado que la infancia es la etapa en la que se establecen los hábitos alimentarios y de estilo de vida, y que en este periodo niños y niñas suelen tomar como modelos a sus padres y madres, es imprescindible conseguir que toda la familia mejore sus hábitos, para conseguir una alimentación equilibrada y actividad física adecuada.

Cuando la familia colabora apoyando con cambios en su alimentación y estilo de vida, los resultados en el tratamiento de la obesidad son mejores. Los padres y madres son responsables de los alimentos que entran en la casa, se ha de establecer un horario regular de comidas y, una vez sentados en la mesa, dar ejemplo seleccionando alimentos sanos.

El objetivo no tiene que ser siempre perder peso, ya que durante la infancia y en las fases iniciales de la adolescencia el crecimiento continúa, por lo que existirá un aumento de peso y talla, pero si se consigue mantener un peso estable, el aumento en altura irá corrigiendo la obesidad.

Cuanto antes se inicie el tratamiento del sobrepeso mejor, porque a mayor tiempo de evolución, mayor riesgo de que persista la obesidad en la edad adulta.

Además, es más fácil cambiar conductas erróneas en niños y niñas pequeños, que es cuando se está formando su personalidad y sus patrones de conducta.

Porque el sobrepeso es el camino hacia la obesidad, y ésta tiene consecuencias sobre la salud física de las personas que lo padecen.

La obesidad puede provocar problemas de movilidad, dificultad para respirar, trastornos cutáneos, del sueño, etc. Además, existe mayor probabilidad para padecer diabetes, hipertensión, alteración de los niveles de colesterol y triglicéridos, etc., así como la aparición de enfermedad cardiovascular establecida (infarto, trombosis, etc.), disminuyendo de forma importante la calidad y la esperanza de vida de la persona.

También porque la obesidad tiene consecuencias sobre la salud emocional del niño o niña: baja autoestima, aislamiento social, discriminación e incluso conducta alimentaria anormal que puede facilitar, junto con otros factores, la aparición de trastornos del comportamiento alimentario como la bulimia o la anorexia nerviosa.

Finalmente, porque tratarla es posible y tiene como premio mejorar la salud y el bienestar de la persona que presenta sobrepeso.

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