En esta etapa es cuando se establecen de forma definitiva los hábitos alimentarios.
El niño o la niña se incorporarán poco a poco a la dieta familiar. Es importante que el momento de las comidas sea compartido en un ambiente positivo, sirviendo la familia de modelo a seguir.
Este periodo se caracteriza por ser una etapa de transición entre la fase de crecimiento muy rápido, propia del lactante, y el periodo de crecimiento estable posterior, por lo que las necesidades de energía serán muy variables y es recomendable respetar, en la medida de lo posible, la sensación de saciedad o de hambre expresada por los propios niños o niñas.
Recomendaciones generales
- Ofrecer repetidas veces los nuevos alimentos antes de concluir que no les gustan. Está demostrado que un niño o niña necesita entre 10-12 exposiciones a un alimento determinado para observar un aumento de su aceptación (la familiaridad aumenta el consumo).
- No forzar a que coma, o a que coma más cantidad. No se debe ser ni muy permisivo ni establecer unos controles rígidos e inamovibles. Los padres y madres deben establecer unos horarios de comidas así como una oferta de alimentos sanos, y los niños y niñas determinan la cantidad a comer. Este patrón responsable de conducta alimentaria facilita el autocontrol de lo que come.
- No confundir capricho con anorexia. El niño o niña con anorexia rechaza cualquier tipo de alimento, mientras que el caprichoso sólo el que no le gusta.
- No premiar ni recompensar con alimentos. Tampoco felicitarle porque coma bien. Al intentar complacer a los que le rodean, con el acto de comer, podría desembocar en una sobrealimentación.
- Procurar un ambiente positivo durante las comidas, tanto físico como afectivo, evitando discusiones y situaciones que generen tensión, para que se estructuren hábitos adecuados.
- Preparar platos apetecibles, y ofrecer raciones pequeñas permitiendo que se repitan. Cuidar la presentación, colores, temperatura, olor y distribución en el plato.
- Dejarle elegir y participar en la preparación de las comidas.
- Utilizar cubiertos y vajillas adecuados a las capacidades manipuladoras del menor: los platos, vasos y tazas deben ser de material irrompible y con una buena base, y los cubiertos anchos, romos y de mango corto, para facilitar su manejo.
- Lavarse las manos antes de comer, no sólo como norma de higiene, sino que también actúa como una señal que asocia con la hora de comer.
- Establecer un horario regular de comidas, sin ser rígidos, preferentemente en familia o con otros niños y niñas, si lo hace en guarderías o comedores escolares, y sin distracciones (ej.: TV). Los más pequeños no comen bien si están muy cansados y hay que tenerlo en cuenta para establecer dichos horarios.