La adolescencia es una etapa en la que ocurren importantes cambios físicos, emocionales y sociales. Aunque en esta etapa los órganos que intervienen en la digestión, absorción y metabolismo de los alimentos han completado su maduración, la adolescencia es una época de riesgo nutricional, debido a las especiales características de este período de la vida:
Estirón puberal y cambios hormonales importantes (maduración sexual)
Durante este periodo se produce una aceleración del crecimiento con importante aumento de la estatura y el peso; se estima que se produce un aumento de aproximadamente una cuarta parte de la talla total y el peso corporal casi se duplica. Debido a ello existe un gran aumento de las necesidades de energía, proteínas y de algunos micronutrientes para la fabricación de músculo, hueso y demás tejidos; muy superiores a las de cualquier otra época de la vida. El pico máximo de las necesidades nutritivas coincide con el momento de máxima velocidad de crecimiento. Las cantidades de nutrientes deberán ajustarse individualmente de acuerdo con la talla, el estado de nutrición y la velocidad de crecimiento.
Además, existen diferencias sexuales durante el brote de crecimiento, que influyen de manera importante sobre las necesidades nutritivas en la adolescencia. En los hombres el aumento en los tejidos libres de grasa, músculo y hueso principalmente, es mucho más importante; mientras que por el contrario las mujeres acumulan mayor proporción de tejido graso.
Mayor independencia y capacidad de decisión
Todo ello puede conllevar a:
Mayor preocupación por el aspecto físico y la integración en su grupo social
La necesidad de aceptación social hace al adolescente más propenso a consumir lo que se anuncia en los medios de comunicación, o a seguir dietas “mágicas” de moda, bajas en calorías y desequilibradas, que pueden afectar al crecimiento o producir carencias nutricionales. Es importante explicarles y convencerles de que no hay alimentos o dietas milagrosas, que lo correcto para su salud y aspecto físico es seguir una dieta variada, con adecuada calidad y cantidad.
Todo esto hace que durante la adolescencia sean más vulnerable a sufrir problemas relacionados con la alimentación como la obesidad, los trastornos del comportamiento alimentario o la realización de dietas desequilibradas, que conducen a estados de malnutrición por exceso o defecto.
RECOMENDACIONES GENERALES
RECOMENDACIONES GENERALES
- Aconsejar una dieta variada que incluya alimentos de todos los grupos es lo adecuado, tanto desde el punto de vista de la energía total, como de los micronutrientes.
- Estimular a que desayune a diario. El desayuno debe estar compuesto de lácteos, frutas y cereales.
- Promover que se consuman frutas y verduras a diario.
- Consumir a diario una fuente de proteínas: carne, pescado, huevos o legumbres con cereales.
- Cocinar con aceite de oliva, evitando otras grasas como mantequilla, margarina, tocino… Para los aliños es mejor la variedad “oliva virgen”.
- Evitar los fritos, utilizando formas de cocinado con pocas grasas como: hervir, asar, horno, al vapor, a la plancha y a la brasa.
- Evitar vísceras (higaditos, corazón, riñones, sesos,..), embutidos, alimentos precocinados y bollería industrial.
- Evitar el uso de aperitivos de bolsa, picoteos y bebidas azucaradas (refrescos y zumos industriales).
- Disminuir el consumo de sal.
- Asegurar que tengan acceso a alimentos y bebidas nutritivos y de alto contenido en fibra, tanto en las horas de comer como entre horas.
- Aplicar las recomendaciones, tanto cuando se come en casa, como cuando se alimente fuera del hogar.
- Evitar las restricciones excesivas de alimentos.
- Evitar el uso de alimentos concretos como recompensa.
- No comer frente al televisor, ya que se pierde la conciencia real de la cantidad que ingiere.
- El consejo de la actividad física debe ser inseparable del consejo nutricional, por lo que es necesario propiciar oportunidades para realizar actividad física regular y limitar el tiempo dedicado a la TV, ordenador, videojuegos y otros entretenimientos sedentarios a un máximo de 2 horas al día.
- Los cambios deben adoptarse por toda la familia y a largo plazo.