Los menús elaborados están calculados considerando una actividad sedentaria. Por ello, cuando se realiza una actividad física superior se requiere un mayor aporte de energía y nutrientes para cubrir las mayores demandas.
Alcanzar un balance equilibrado entre la ingesta energética y el gasto energético total es un objetivo importante para lograr beneficios para la salud.
Los beneficios de la actividad física son numerosos.
Durante la infancia, establecer como norma la práctica de ejercicio físico, conlleva a la adquisición de éste hábito para el resto de la vida. Además, aporta el desarrollo de habilidades como la coordinación y el equilibrio, aumenta la fuerza, resistencia y flexibilidad muscular. También mejora la autoestima y disminuye la ansiedad o la depresión.
Pero además, el ejercicio físico provoca modificaciones beneficiosas sobre el metabolismo:
- Disminuye los niveles sanguíneos de colesterol, triglicéridos y ácidos grasos libres.
- Previene el aumento de peso y ayuda en el tratamiento de la obesidad.
- Es beneficioso en el tratamiento de la diabetes y otras enfermedades crónicas.
Por ello, siempre se recomienda junto a la alimentación saludable, la práctica de ejercicio físico de intensidad moderada, al menos 60 minutos al día.
Los diferentes tipos de actividades físicas suponen un gasto energético extra, que debe ser cubierto con una toma suplementaria de alimentos.
También es importante prestar atención a la ingesta de líquidos antes, durante y después del ejercicio físico, sobre todo en épocas de calor intenso y/o zonas de elevada humedad, para evitar un excesivo aumento de la temperatura corporal, ya que las niñas y niños se deshidratan más fácilmente que los adultos.
Las sesiones de entrenamiento deben adaptarse para favorecer la hidratación aunque las niñas o niños deportistas no tengan sed.